lunes, 28 de diciembre de 2009

BIOGRAFIAS DE MATEMATICOS CELEBRES
ABEL Niels Henrik (1802-1829)
Matemático noruego nacido en Finnoy y fallecido en Froland.
La vida de Abel es un ejemplo dramático de lo estrechamente relacionadas que pueden llegar a estar la pobreza y la tragedia. Nació en el seno de una familia muy numerosa, hijo de un pastor protestante. A los dieciséis años su maestro le aconsejó leer los grandes libros de los matemáticos más eminentes, incluidas las obras de Gauss.
En sus lecturas Abel se dio cuenta de que Euler sólo había demostrado el teorema binomial para potencias racionales, y cubrió el hueco dando una demostración válida para el caso general.
Al morir su padre contaba con dieciocho años y sobre él cayó la responsabilidad de mantener a su familia, pero se las arregló para seguir asistiendo a las clases de la Universidad de Oslo.
Durante este periodo abordó el problema de la solución de la ecuación de quinto grado (recordemos que las de tercer y cuarto grado ya habían sido resueltas en tiempos de Cardano).
En primer lugar pensó haber triunfado, pero se dio cuenta de un error en la demostración y pasó a intentar demostrar la imposibilidad de una resolución de esas ecuaciones mediante métodos puramente algebraicos. Esta demostración sobre la imposibilidad de resolver la quíntica, uno de los teoremas más famosos de la matemática la dio Abel cuando tan sólo tenía diecinueve años, pero en un principio no fue tenida en cuenta por los grandes matemáticos de la época.
También cultivó la rama del análisis matemático referente a la teoría de las funciones multiperiódicas o trigonometría superior. Su nombre ha quedado vinculado, junto con el Jacobi a uno de los más importantes descubrimientos en dicho campo: ambos matemáticos llegaron a las funciones "theta" que constituyen una parte importante de las funciones elípticas.
También estudió por primera vez ciertas entidades matemáticas que fueron llamadas más tarde "funciones abelianas" y cuya teoría se denomina actualmente teoría de grupos.
Por fin consiguió que sus métodos fueran reconocidos, y en 1829 llegaron noticias de un próximo nombramiento para un puesto de profesor en la Universidad de Berlín. Desgraciadamente Abel había fallecido dos días antes de la llegada de esa noticia como consecuencia de la tuberculosis.

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